Hay un inmenso valor y beneficio en las pruebas y dificultades que
experimentamos. Ahora, el beneficio que podemos obtener de los momentos de
prueba tiene que ver con la actitud que mostramos en esos momentos y
circunstancias en que nuestro carácter y nuestra fe son probados. Lo más
importante no es si las personas enfrentan pruebas o no, sino si las pruebas
las afirman o destruyen. ¿Cómo responde usted ante las pruebas? La persona
elige si las pruebas llegan a arruinarlas o edificarlas, dependiendo esto de
sus reacciones. Nuestra fe y nuestro carácter necesitan ser probados para que
se revele para nosotros lo que hay en nuestro interior. Las pruebas revelan
nuestro carácter y la calidad de persona de la que estamos hechos. En ningún
otro momento llegamos a conocernos tan profundamente. Las pruebas permiten
darnos cuenta de la fortaleza de nuestro carácter (entereza, integridad) o de
las debilidades del mismo. Las pruebas revelan para nosotros mismos nuestros
límites, recursos de afrontamiento, calidad de nuestra gestión emocional,
madurez de nuestra fe, entre otros aspectos propios. Por eso nuestra fe y
nuestro carácter necesitan ser probados. No hay forma de crecer y madurar
en la vida sin ser probados. Cómo desarrollar paciencia si no somos apremiados
y presionados por problemas, como desarrollar fortaleza sin vencer
obstáculos fuertes, cómo desarrollar la capacidad de perdonar si no somos
agraviados y ofendidos. Una fe y un carácter sin probar no son confiables, como
un barco no puede ser probado en un dique seco. Hay que sacar el barco a
alta mar y enfrentarlo a las fuertes olas y tempestuosos vientos para saber si
es confiable.
Para Reflexionar: Las pruebas tienen el potencial de hacernos crecer
o de destruirnos, dependiendo de nuestra actitud en los momentos de prueba.
Arnoldo Arana. Valencia – Venezuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario